No estaba segura de poder incluirlo en la visita de tres días, pero como se dieron varios factores como su gratuidad, su amplio horario y la lluvia en Sevilla que fue de todo menos maravilla para nosotros, decidimos pasar nuestra última tarde allí.
Nos gusta mucho la pintura, y la verdad es que el museo es estupendo, sobre todo la parte no sacra, que quizás es un poco excesiva.
Pero para gustos los colores. El edificio es espectacular, las salas están bien organizadas, y cada uno puede elegir entre la exposición permanente y temporal lo que prefiera.
Hubo sorpresas muy interesantes, la verdad...Nos encantó Zurbarán, por supuesto, pero no siempre es necesario ver obras de renombre para disfrutar igualmente del arte.