Fue un desafío increíble. Realmente creo que la energía de la pachamamma me ayudó a seguir adelante, subiendo alturas , y atravesando montañas. No creí que fuese tan duro, gratificante e increíblemente hermoso. Los porters hacen un excelente trabajo, cargan, arman, nos reciben con aplausos al finalizar cada jornada, nos sirven deliciosas comidas, siempre con una sonrisa. Al día siguiente desarman en un dos por tres y nos esperan a mitad de la ruta con otra excelente comida en un sitio hermoso para comer, descansar un rato, y seguir.
Pepe (José Luis) es un guía excepcional, preocupado y con mucho conocimiento de la ruta, la historia y anécdotas muy divertidas que contar.
Filio muy preocupado por nuestra seguridad y da un toque perfectamente místico y local al tour, sabe mucho de las costumbres, fue porter, y habla un quechua perfecto, él nos enseñó a comer las hojas de coca, frases en quechua y otras costumbres.
La comida de nuestro chef Sichi es insuperable, cada día una sorpresa irresistible. Es increíble ese nivel de cocina en la montaña. Sólo nuestros hermanos peruanos podrían haberlo hecho!!
Fue nuestro sueño hecho realidad, cuando pensamos qué hacer de luna de miel, dijimos ¿Machu Picchu? Y fue un sí rotundo de ambos, no nos arrepentimos; fue perfecto. De todas maneras volveremos con los niños a Machu Picchu en un par de años más.
Recomendaría llevar pañuelos desechables, protector solar para labios.