Estuve aquí con unos amigos en septiembre y fue de las experiencias más bonitas que he vivido. Al principio tenía dudas porque no fueron muy informativos sobre las actividades que se realizan o cómo se invierte el dinero, pero después de una semana allí no me quedaron dudas de la importancia del trabajo que realiza el santuario, no solo para reforestar, sino para cuidad de los elefantes y el resto de animales que viven allí, y también para generar empleo local de calidad.
No olvidaremos a las elefantas, Arun Reah, Saray Miah, Dipoh y Kamleen y lamentamos que esta última muriera al poco de irnos. En el santuario cuidan muy bien de ellas y los voluntarios podremos disfrutar de paseos por la selva junto a ellas e incluso darlas de comer. El trabajo fue corto pero intenso, sobre todo con el calor. El único "pero" fue que siempre se quedaban más que justos de comida. Las cabañas eran simples, como los baños (con "cazos") pero estuvimos agusto igualmente, era como una aventura.
Repetiremos.