En la segunda ciudad más poblada de Perú, alias “La Ciudad Blanca”, impresionantes edificios coloniales hechos de sillares perlados disputan la atención con los volcanes circundantes y los picos nevados de la zona occidental de los Andes. Fundada en 1540, es un bufé de mansiones y museos. La máxima atracción, el monasterio de Santa Catalina de 215,000 pies cuadrados, es como su propia ciudad dentro de otra, repleta de fuentes y calles con adoquines. Arequipa es la base favorita para visitar el Cañón del Colca y sus fabulosos cóndores.

Trujillo es una animada confluencia de cultura antigua y arte moderno. Visita las ruinas arcaicas del yacimiento arqueológico de Chan Chan y asómbrate en los templos o Huacas del Sol y la Luna de Moche. El colorido Túnel de los Deseos del Paseo de Aguas es un lugar fantástico en el que encontrar buen ambiente. No te arrepentirás de probar la cerveza de maíz de la ciudad. Si te apasiona la vida nocturna, tómatelo a tu ritmo: dispones de bares y clubes nocturnos hasta tarde e incluso abren toda la noche.

Bisbee ha perdido tamaño y vigor desde sus días gloriosos como ciudad prospera en yacimientos de plata y cobre, pero la reducción de población no ha esquilmado ni un ápice de vitalidad de su casco histórico. Hervidero de artistas, jubilados y amantes de la historia, Bisbee impresiona a los visitantes con sus fachadas de piedra de colores vivos y pintorescas casas colgando de los bordes de acantilados. Para descubrir su historia basta con visitar sus numerosos museos e históricas escalinatas así como un recorrido por las minas hasta las profundidades de una de las cavernas que permanecen en pie.