Esta antigua capital no oficial de Francia está situada a tan solo unos 16 km de París y se puede llegar en tren de una forma muy sencilla. Aunque al Palacio de Versalles se lo ha considerado durante siglos como una representación del lujo más ostentoso, la experiencia de contemplarlo en persona deja impresionado a cualquiera. No es necesario pagar nada para acceder a los majestuosos jardines del palacio, pero bien merece la pena comprar una entrada de un día para verlo por dentro. Tras la visita, hasta tu hotel de lujo te parecerá mucho más anodino.

El entretenimiento puede experimentarse de diferentes maneras en Santiago de Cuba. Puedes darles placer a los oídos en la Casa de Las Tradiciones, un lugar en el barrio de Tivolí donde los mejores músicos de Cuba se reúnen para improvisar; a la boca, en Paladar Salón Tropical, donde los principales platos de la gastronomía nacional se sirven en porciones generosas; a los ojos, en el Jardín de Los Helechos, que ofrece una explosión floral de 90 tipos de orquídeas y 350 tipos de helechos. En el gentil distrito de Tivolí, uno de los ensambles más apasionantes de Santiago de Cuba, cantantes y solistas se turnan para improvisar. Los viernes por la noche están reservados para la trova pura y clásica, a la Ñico Saquito y similares.

Las playas de fina arena de Varadero son tan seductoras como el murmullo suave de las olas del Canal Kawama. El famoso gánster Al Capone solía frecuentar los resorts de la costa, y la ciudad sigue manteniendo ese brillo glamoroso que fue históricamente atractivo para los apostadores. Las mansiones convertidas en museos son los destinos favoritos para los curiosos amantes de la historia de Cuba, y los que tienen una inclinación menos académica van a encontrar la felicidad en el campo de golf o en un barco de pesca. Los amantes de la naturaleza pueden embarcarse en un día de aventura, explorando cuevas de la zona, cayos y bosques vírgenes.