El atractivo contraste entre lo viejo y lo nuevo y el rico pasado de la ciudad de Luxemburgo le han valido su reconocimiento como Patrimonio Mundial. Su presente está dominado por su posición como sede de varias y significativas instituciones europeas. Esta ciudad, que es lo suficientemente pequeña como para recorrerla a pie, ofrece un montón de atractivos, entre ellos el espectacular promontorio llamado Bock, los pasadizos subterráneos de Petrusse Casemates, el Palacio Gran Ducal y el Museo Nacional. Los numerosos bancos del bulevar Royal, que en tiempos fuera el foso de una fortaleza, evidencian la holgura de las arcas del ducado.

Esta antigua aldea de pescadores en la costa sur de Portugal se ha convertido en un popular destino turístico. Puedes pasar un día o dos en la playa principal de Alvôr o, si lo prefieres, buscar una de las calitas apartadas que salpican toda la costa. Por la noche, puedes dar un buen paseo por las calles adoquinadas del lugar, seguido de una deliciosa cena a base de marisco fresco, y acabar la noche disfrutando de música en directo en uno de los numerosos y animados bares.

Situada en la misma esquina noroccidental de Pensilvania, Erie es la única ciudad portuaria de los Grandes Lagos en el estado. El lago es la principal atracción de Erie, cuyo apodo, “Ciudad de la Piedra Preciosa”, proviene del aspecto brillante de sus aguas. En la península colindante de Presque Isle State Park, residentes y visitantes tienen enormes posibilidades de practicar actividades al aire libre, como vela, natación, excursionismo y bicicleta. La ciudad también pertenece al Snowbelt (cinturón de nieve), famoso por el invierno mágico que se crea por efecto del lago.