Las residencias palaciegas de Versalles y Fontainebleau, los románticos bulevares, los majestuosos museos y la interesante historia artística de París, así como la de los encantadores pueblecitos cercanos, hacen de la Île-de-France un destino turístico inigualable. Aunque la lista la encabezan las grandes atracciones turísticas, como Disneyland París, la torre Eiffel, Notre Dame o el Louvre, los visitantes pueden recorrer caminando el Sena, saborear un café en la acera de alguna calle y crear sus propios lugares para el recuerdo en la Ciudad de la Luz y sus alrededores.

Para los amantes del vino, Reims es una parada esencial en el sendero de la champaña de Francia, con sedes de importantes casas burbujeras que tienen base aquí, entre sus amplios bulevares e iglesias medievales bien preservadas. Hay mucho por lo que brindar en la Catedral de Reims, el sitio de coronación de muchos monarcas franceses durante siglos.

Mientras que los turistas se amontonan en Venecia, Florencia y Roma, Bolonia permanece tranquila. Esta ciudad universitaria medieval es encantadora e histórica, y explorarla te resultará divertido. Y notarás que el tipo de cocina local de Bolonia está a años luz del fiambre americano que lleva el mismo nombre.