En mi caso una pésima experiencia ensombrece mi recuerdo, volé Buenos Aires -Bogotá - Buenos Aires por #AVIANCA este mes de septiembre, en un itinerario práctico y cómodo para los que vamos por trabajo y debemos hacer conexiones nacionales. Pero el servicio en el vuelo es memorable, los asientos no solo eran duro y no reclinables para un vuelo de casi 6 horas lo que te garantizaba un dolor de espalda, aunque advertida de que no abría servicio en el avión, no te ofrecen ni hidratación, y con un menú pago muy poco alentador, donde hasta la manta para su uso durante el vuelo cuesta USD$10. Para este primer vuelo quizás me tomo sin preparación, para lo cual el regreso por lo menos llevaba que tomar y comer. Pero en el regreso se supone que estoy en Bogotá, así que territorio #AVIANCA, por lo cual uno esperaría que por lo menos el trato en aeropuerto El Dorado, donde fueron poco amables y al parecer sobrepasados de trabajo no se les puede preguntar información de vuelo en la puerta o de itinerario te envían a la pantalla sin escucharte la oración completa de la pregunta. Tratando de no tomarlo personal me dedique a observar en la sala de espera en la puerta correspondiente el trato con los otros y fue lo mismo. Conversando de esto con otra colega que hace esta misma ruta unas diez veces al año su respuesta directa fue “ahora ya sabes lo que paso”.
El tema acá podría ser la estrategia escogida para ser una línea aérea competitiva a nivel de precio aprovechando la ventaja de la distancia para la conectividad, evidente reducción de costos en personal (en su gerencia y cantidad), y donde el pasajero con sus expectativas y satisfacción pasa a otro plano, no es la prioridad. Obvio mi recomendación seria evitar #AVIANCA en lo posible, pero más allá de eso reflexionando mi cuestionamiento: ¿Cómo afectaría mi percepción del destino si la línea bandera debería reflejar la calidad, amabilidad, calidez y cordiales que caracterizan y enamoran de los colombianos?.