El hotel/casa es idílica. Esta impecable, decorada con muchísimo gusto, manteniendo la esencia, conservando los elementos que dan carácter a la casa del siglo XIX e incorporando todas las comodidades del siglo XXI. Habitaciones amplias, silenciosas (la habitación en la que nos alojamos era una habitación familiar compuesta por dos habitaciones comunicadas por una preciosa galería desde la cual se accedía al baño común para las dos habitaciones) y muy cómodas. El desayuno estupendo. Las zonas comunes (salón, comedor, jardín etc) invitan a ser usadas/disfrutadas. La ubicación del hotel es estupenda para recorrer la zona que es preciosa. Por último a destacar el trato de Alberto y el resto del personal, exquisito, amable... Inmejorable. Lastima tener que marchar. Ha sido el broche perfecto para nuestro último día en Asturias.