Tras realizar la Ruta del Agua, y grandes esperanzas al recibir un par de recomendaciones para ir a comer a La Cantina, la valoración general es bastante mediocre. Acudimos siete personas "de buen comer", y pedimos lo siguiente:

- Media ración de ensalada de tomate "guay": bastante escueta por 11 €.

- Arroz con perdiz: ración abundante, pero no excesivamente destacable no por sabor, sino por el punto del arroz (hecho de más).

- Tapa de Secreto Ibérico: en su punto, OK. Cantidad escasa.

- Revuelto La Cantina: Ok para lo que puedes esperar.

- Preguntamos al camarero que gestionó nuestra comanda por recomendaciones, pues bien, nos comenta que el Solomillo de Retinto está delicioso, por lo que lo pedimos. Llega un Solomillo del tamaño de una palma de la mano, de calidad normal para lo que esperas de un solomillo, y BANG! 40 euros.
Creo que la gestión por parte del camarero ha sido nefasta: siete personas para comer y no ha hecho mención a la escasa cantidad de Solomillo, y SU PRECIO.

- Postres variados de la casa, sobre los que preguntamos si eran de la casa, y parece que fue una ofensa. A pesar de eso, los postres variados eran una buena ración y estaban muy buenos.

Para los chupitos, creo que podíamos haber incluso haber esperado 3 años en hacer nuestro propio destilado, que hubiese llegado a la par, y con mejor sabor, no de garrafón del DIA%.

El trato por parte del camarero, no ha sido nada bueno ni atento. Lento, altivo, seco y escueto (el de coletita).

En resumen: si alguien acude, comida bien, precio excesivo, y gestión del servicio bastante deficiente; eso es lo que podéis esperar. .

El restaurante es precioso, todo muy rural. Situado en plena naturaleza y apartado del mundanal ruido, en él se respira paz y tranquilidad.
El camino para llegar es de tierra pero no está nada mal.
Gran lugar para ir con niños.
La comida es espectacular desde las ensaladas, carne, arroces hasta los postres.
El trato de los trabajadores es fantástico y te hacen sentir muy agusto.
Hay que reservar porque siempre están a tope.
Sin duda, seguiré volviendo.

Había muchos niños, el problema son los padres, no ellos, se quedan de sobremesa y no los atienden por lo que corren entre las mesas y hacen mucho ruido.

Hicimos la ruta del agua y por casualidad paramos a tomar una refresco y acabamos comiendo y la carta de postre cayo entera bueno, bonito y barato. Importante reservar trato agradable y la comida inmejorable

Un lugar encantador pero sucio y muy dejado animales descuidados mucho desorden y la comida ,las pluma ibérica y la caldereta de venao todo pitraco el precio normal por el difícil acceso nada que hablar pues el que va ya lo sabe, hacía tiempo que no iba pero ha cambiado a peor, lo mejor las croquetas de jamón y el servicio del camarero del porche