Fuimos cinco amigos a almorzar, la cocina estaba cerrada (es para cenar) y sin embargo llamaron y vino el dueño, un señor francés muy agradable. Nos dejamos recomendar y disfrutamos de una comida que todos recordamos como excelente.
Los postres son una maravilla y además el dueño nos invitó a una copa y el café también corrió de su cuenta.
El barrio es un encanto y la factura del restaurante fue bastante menos de lo que pensábamos.
Recomendable 100%.
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