Después de hacer un pedido para llevar, indicar por teléfono de forma reiterada que uno de los comensales es alérgico (muy, muy alérgico) a los frutos secos y de pedir explícitamente que todo lo que contuviera dicho alérgeno se envasara por separado para evitar la contaminación cruzada, nos encontramos con que se ha ignorado nuestra petición. Al llamar para pedir explicaciones, la solución que se nos propone es la de rehacer los productos que no debían ir juntos, contando con que cenáramos en dos tiempos o que esperáramos a dichos productos dejando enfriar el resto de ellos. Finalmente, una cena pedida a las 20:30, se ha acabado comiendo a las 23:30. El udon, aun quedándonos con hambre, ha ido entero a la basura por tener un sabor a hierro como si se hubiera cocido en una olla oxidada y por estar duros los fideos. Las gyozas de rabo de toro, no sé si es que no conocen las técnicas de elaboración y cocción del tipo de cocina que dicen vender, pero presentan una textura crujiente y su sabor se asemeja a unas vulgares empanadillas industriales congeladas. Un supuesto arroz con pollo rebozado y shitake en el que el pollo brilla por su ausencia. De tres tipos de nigiri distintos que hemos pedido (8 unidades en total) llegan 7, de los cuales 4 no coinciden con lo que hemos comprado. Soy de los que disfrutan de la comida japonesa y, cuando tengo que elegir, me baso en si quiero cantidad (buffet libre) o si quiero calidad (carta). Este establecimiento ofrece una calidad considerablemente inferior a la de un buffet libre, al precio de restaurante de carta. Con todo esto, aunque parezca mentira, no estoy exponiendo todos los aspectos negativos de esta lamentable cena porque no quisiera que se interpretara como un cliente enfadado ni como alguien que tiene algún tema personal con este establecimiento, pero definitivamente, mi peor experiencia en un restaurante "japonés" en unos 10 años que llevo frecuentando este tipo de establecimientos.