La situación es de las mejores. Frente al puerto y al mismo tiempo en la zona antigua.
Por su situación, aparcar el coche se hace difícil, aunque puedes aparcar en frente, es de pago y no es barato.
Decorado a la antigua, colonial, le da el encanto de hotel antiguo. Suelos, paredes y techos con madera, que crujen cuando pasas. Cuarto de baño a la antigua, y ventanas de madera.
Las habitaciones que dan al puerto, tienen su encanto en la vista y un inconveniente: hay una vía de tren y cuando pasan los convoyes, se nota mucho.
La cama es grande y cómoda, con cabezales de hierro.
Es un hotel con "encanto", que para pasar unos días, esta muy bien, solo o en pareja, pero no para ir con niños.
La mala nota la pone que no tiene ascensor, así que hay que subir y bajar las maletas, y no es apto para discapacitados.
Cuando entras, te da la impresión de que te has equivocado de hotel, y estás en un hostal rococó, pero la verdad es que es un hotel solo para dormir. Las comidas, todas fuera.
La atención del dueño, si tienes la suerte de encontrarlo, es fantástica. El servicio y la calidad muy buenos (salvo que te toque uno de los trabajadores que lo hace fatal, que no fue mi experiencia por suerte).
El precio es un poco más alto que otros hoteles similares, pero la situación y entorno valen la pena. Puedes visitar andando toda la zona comercial y antigua por su proximidad.
Vale la pena alojarse: si, sobre todo en pareja, por la sensación de romanticismo que proporciona.
Y de paso agradecer al dueño la atención prestada: después de un largo viaje, vi que tenían unos folletos para masajes terapéuticos, así que le pedí que me reservara hora (aunque tuve que ir a otro hotel, valió la pena) y a los diez minutos ya me esperaban: una sesión de estiramientos y relajación de 1 hora. Cuando fui a pagar, me dijeron que no tenía que pagar nada, así que !! gracias !!.