Hotel muy bien situado en la colina de Montmartre, cerca de estaciones de metro, del Sacre Coeur, de la plaza Tertre, del Moulin Rouge y Pigalle. El hotel es un edificio del XIX restaurado con gusto. Habitaciones espaciosas y cómodas. Servicio atento. Y desde la terraza y algunas habitaciones, vistas al cielo de Paris y la Torre Eiffel. Buen desayuno con vistas en la terraza. Eso si, a tus pies tendrás el cementerio de Montmartre y la tumba de Dalida. Por lo que a mi respecta, una estancia inolvidable que volveria con gusto a repetir.