Total que bajábamos ya hacia el Casco Viejo los cuatro, después del largo paseo, y ya no se podía estar de pié dentro de los bares, y todo lleno, y pasamos delante de este Pitxintxu y de reojo vió una mesa libre y nos convenció y hala, para adentro !
¿Txakolí? Pues í: tenemos muy bueno y superior, nos respondió. Esa contestación le pica a cualquiera, ¡Pues sírvenos dos... y un par de tintos, a ver qué nos sacas! !. Y vaya vaya, ¡vaya txakolís y vaya vino! Y aquello ya nos echó el freno y empezamos a ponernos cómodos y a disfrutar del ambiente...
"parece que tienen cocina" "pero no teníampos plan de cena" "bueno, pues media cosita, un par de pintxos, ¡Oiga, ¿hay algo para picotear?
Al final pedimos entrecot de ganado mayor con patatas y piquillos, partido de dos en dos, y ya para entonces estábamos en una cómoda mesa en el reservado de comer, y charlando con quien lo lleva, que se las sabe todas y todas con gracia. Hablamos de Navarra, por coincidencias del destino, del ganado y de donde venía, de clásicos bolbainos del arte de jamar, de canciones, ¡de todo !. Rato va, rato viene, sonrisa viene, sonrisa va y la carne deliciosa, y los piquillos navarros navarros, y las patatas y el pan... y la compañía.... tan agusto allí adentro. Y eso que ni habíamos sopesado el cenar por ahí!
¡Hemos de volver!. Ya será a tiro hecho, no tendrá el factor sorpresa, pero, ¡qué rico y qué agusto se come y se bebe allí adentro !!