Ayer, coincidiendo con la inauguración de la iluminación de Navidad decidimos dar un paseo por la Laguna. Después del paseo y. aunque no somos de cenas copiosas, decidimos comer algo "picoteo, que decimos por estos lares".
Me alegró comprobar que los locales de restauración estaban muy concurridos y después de intentarlo en algunos sin suerte, llegamos a la Taberna de Diego by Miguel.
A la llegada la Extra y me refiero a esta señora así porque es lo que figura en el ticket y no tenía siquiera una placa en su uniforme que identificara su nombre. Nos acomodó educadamente en una mesa y nos ofreció la bebida y la recurrente carta en el código QR, que afortunadamente, funcionó a la primera (había cobertura, el enlace era correcto, etc.).
Nos ofreció un Ribera del Duero, aunque en la carta aparecen entorno a 10 referencias de tintos canarios. Aceptamos su propuesta de una copa de vino que desconozco ya que, lamentablemente, no tuvo ni el asomo de enseñarnos la etiqueta... a lo largo del servicio la vimos apresuradamente entrar con una de estas bolsas de una gran superficie con 4 o 5 botellas más ya que se de deben haber quedado sin stock.
La segunda copa de vino, viendo que tenía algunas referencias de vinos canarios, le pido Viña Zanata, le pregunto a “Extra” si era de la DO de Tacoronte, aunque ahora embotellan bajo la DO de Canarias, me gusta saber de cuál de las 5 zonas vinícolas de la isla es originariamente, y me indica que era de ¡Lanzarote!. Aprovecho papá Google para comprobar que era Ycoden-Daute-Isora y más concretamente la bodega centenaria, tenía su origen en La Guancha.
Como ya les digo, nuestra intención no era cenar, sino picar algo y nos decantamos por unas papas bravas y unas tiras de pollo con chutney de mango.
Ahí comienza el primer error de "Extra" ya que las tiras de pollo venían acompañadas exactamente de las mismas papas fritas en dados que se emplean para realizar las papas bravas.
Las papas bravas, en realidad, eran unas papas fritas a las que se les había añadido -después de fritas- una salsa que ellos denominan brava pero que, para nada era brava pues no había asomo de pimentón picante por ningún lado. Sé que se excusarán -si acaso- indicando que aquí -en la tierra del mojo picón- no nos gusta el picante.
Pasamos al pollo con el "chutney". Se trata de un plato sin pretensiones ni acierto. Una pechuga de pollo, en tiras pasadas por la plancha y "rociadas" con el "chutney" y las ya mencionadas papas fritas en dados (las mismas que en las "bravas" y adornado con brotes de alfalfa. No voy a entrar a describir cómo se hace la receta del chutney, esta famosa salsa de origen hindú combina sabores dulces y picantes y es habitual, en la misma, pequeñas porciones de mango que justifican su origen. Nada que ver en absoluto con lo que nos sirvieron.
Pasamos a los postres o "guinda del pastel". Se nos ofrece como postres ¡quesillo! y mousse de turrón. Nos decantamos por la a mousse y desde que lo probamos nos damos cuenta que, como tiramisú, estaba bien pero no era, ni de lejos una mousse de turrón. Se lo comentamos al encargado y atentamente nos dice que lo iba a comprobar en la "cocina" (espacio reservado al final de la barra) y nos confirma que había sido un error que no les quedaba mousse de turrón y nos habían servido (la Extra) un tiramisú sin habernos dicho nada.
Pero ahora viene lo que en realidad más me da pena de esta profesión a la que he dedicado más de 30 años y que es el Turismo.
Una vez que ya había solicitado la factura y nos habían ofrecido el consabido chupito que no me atreví a aceptar, le comento a “Extra” si tenía medio minuto (el local estaba incomprensiblemente lleno), para atenderme unas sugerencias. Para no aburrirles le indiqué que, con la mano en el corazón, pretendía hacerle una serie de sugerencias, no quejas, sino recomendaciones y le relaté todo lo escrito anteriormente y le comenté que me daba pena que se tratara a los clientes de esta forma, vamos que se nos diera este servicio. Su respuesta, ya en tono casi de persona afrentada, fue que en todo momento había sido educada. A lo que le indiqué que de mi boca no había salido lo contrario. Le pedí que me trajera la factura le pagué y, obviamente, no dio ni las gracias. Al salir, por última vez de ese local, me despedí de la persona que parecía ser el encargado.
Conclusión de todo esto: el cliente NO SIEMPRE TIENE LA RAZÓN (está claro), debemos ser serviciales, que no serviles, pero ¡ante todo!, a los propietarios y responsables de los locales, ¡contraten personal cualificado!¡no digan que no los hay!¡trabajamos con personas y para personas! y el amor y la dedicación por esta maravillosa/dura profesión, debe ser lo que nos anime cada día a abrir nuestros locales.
Obviamente, no voy a entrar en lo dura que está la situación, bla, bla, bla; ¡que lo está!, pero con mimbres como “Extra”, no podremos salir airosos.
Me hubiese gustado haber mantenido una conversación cordial con el responsable pero, entiendo que, sus múltiples ocupaciones en un "Black Friday", se lo hayan impedido.
El ambiente, agradable, la vajilla y cristalería correcta, el aseo limpio, algo lúgubre la iluminación y en general unas instalaciones, aunque pequeñas "dignas"; si obviamos la cocina junto a la barra y los continuos ruidos, lógicos en una cocina, los que tenemos que disfrutar mientras cenamos.
¿Es el propietario o administrador de este establecimiento? Solicite su perfil gratis para responder las opiniones, actualizar su perfil y mucho más.