Fui porque me hablaron bien del restaurante, pero al menos el menú es bastante flojo, y cuesta 14.50€, que no me parece un precio especialmente barato para lo que ofrecían. De primero, un pincho de tortilla de calçots con salsa romesco. La tortilla demasiado hecha y salada, y la salsa aceitosa. De segundo, calamares a la romana con mayonesa, sin más. El rebozado excesivo (los calamares parecían buñuelos) y el tomate muy pobre, sin aceite ni sal. De postre, yogur con miel. Esto estaba bueno, pero presentado en un plato con mucha desgana. Aparte de ser un menú SIN PULPO ni nada que haga honor al nombre del restaurante, no tenían todos los platos disponibles (por ejemplo, no había cordero, esto es, un 25% de los segundos platos del menú). Lo único salvable, el café. Espero que esta crítica sirva para mejorar la calidad del sitio, pero no creo que vuelva a ir, al menos comiendo de menú.

Tuvimos la suerte de ir a cenar a este restaurante gracias a un sorteo y estamos muy contentos. El servicio fue amable y atento, el camarero muy simpático, la comida deliciosa, la ambientación agradable… Recomendamos el pulpo a feira, lo disfrutamos mucho. Los molletes y el pescado también valen la pena ya que son muy sabrosos.
Si venís a Ocho Patas seguro que saldréis satisfechos.

Hacía una calurosa noche de verano, cuando nos disponíamos a entrar en este restaurante gallego.
A priori, tenía buena pinta, y la primera impresión de los camareros, nos hacía presagiar que lo bueno aún estaba por llegar.
Nos tomaron asiento con escasa rapidez, ya que se les veía un poco estresados y sobrepasados, pero no fué preocupante. Finalmente tuvimos nuestra mesa.
De la carta, pedimos el pulpo de feria, como le llamaba mi acompañante, un bacalao confitao, y unas croquetas de pulpo. Dicen que estaba muy bueno, yo no lo sé porque no tenía el sentido del gusto a causa del covid que estaba sufriendo, de lo cual el camarero simpático se percató, y me comentó con mucha guasa que si me quería retirar a un altillo al lado del motor del aire acondicionado, con vistas y un ambiente privilegiado, que vino a ser algo así como que me fuera a tomar por culo.
Después de unas cuantos comentarios e intercambio de risas con el camarero avispado, y despues de degustar una buena cena, en definitiva, nos retiramos del local con buen agrado, pero con un poco de prisa, ya que creíamos que podía empezar a arder de un momento a otro, después de haber visto llamaradas de fuego asomando por la puerta que daba a la cocina en reiteradas ocasiones.
Esperamos que esten todos en buenas condiciones y que no hayan sufrido ningún percance, ya que se les veía buena gente. Sin duda, repetimos seguro!

Nuestra opinión es muy simple: mi mujer y yo hemos comido muy bien. Hasta el punto de que hemos ido a comer los tres días que hemos estado en Barcelona. Comida variada, buen servicio, lugar agradable.

Tienen el peor servicio que he visto jamas. Vamos con prisa , se olvidan de todo , están como perdidos. Por algún motivo no están organizados y va muy mal.