Acudí a este restaurante para comer con mi familia, un total de 5 personas, previa reserva.
La comida muy bien, raciones abundantes, bien presentadas. Pedimos unos primeros para compartir: croquetas variadas, chipirones a la plancha con patatas fritas y navajas (muy buenas); y de segundo pedimos bonito de Burela a la plancha con patatas (muy insípidas, nada sabrosas) y chuleta de ternera con patatas (un buen chuletón muy bien preparado).
El servicio extremadamente lento. Hay demasiadas mesas y gente pero muy poco personal para atenderlo (en nuestra zona había 7 mesas con unas 25 personas y 1 sólo camarero) por lo que se demora demasiado la comida, ya que entre plato y plato pasa bastante tiempo (en nuestro caso nos levantamos a buscar al camarero para pedir los postres...).
El local es muy bonito y rústico. Relación calidad-precio bien.