Insistieron mucho en que tomáramos el menú de día, imaginamos que porque tenían prisa por cerrar (cogen reservas a las 15:00 pero cierran cocina 15:30). Error. Es bastante normalito. Completamos con algún plato de carta y, claramente, habría sido mejor poder elegir. La comida está bien, una pena que el servicio no estuviera acertado. Además de la continua sensación de 'estamos cerrando', que es bastante incómoda, pedimos que nos trajeran un helado sin base de tierra de galleta, porque uno de los comensales tiene intolerancia al gluten (estaba avisado en la reserva), y trajeron de vuelta la misma bola de helado, con restos de galleta pegados. Estas cosas, a la larga, pasan factura. En Madrid hay sitios más interesantes y con más ambiente (estaba vacío un jueves a las 15:00). No volveremos.