Pedimos 2 helados y preguntamos si nos podíamos quedar en una de las dos mesas de dentro de la Gelatteria sentados con nuestra bebé en el carro. La chica nos dijo que sí pero que el precio del helado era más caro, pero como estábamos cansados y la niña muerta de sed accedimos a pagar el "servicio/impuesto de mesa" por estar un ratillo sentados con la niña dentro y escapar un poco del calor sofocante de la calle.
A los 5 minutos vino una mujer de la otra parte (de la Cafetería-Pastelería anexa) con pinta de ser la encargada, y nos echó literalmente con muy malas formas a otras mesas que había en la plaza las cuales estaban a pleno sol en mitad de una ola de calor alegando que molestábamos a los clientes ya que se reducía el espacio del mostrador de helados con el carro de la niña (falso porque el carro estaba puesto perpendicular a él y molestaba poco o nada).
Independientemente de eso, los helados estaban normales, en la media, como cualquier otro helado que te puedas comer en la zona, luego si te tratan así y el helado no tiene nada de especial, pues la verdad que en los días que nos quedan por Nápoles no volveremos a tomar nada allí.