Obligado en Palermo. Casi da pena recomendarlo para que no les pierda la fama. Comimos dos pastas, unos rigattoni alla norma y unos fetuccini con ragú que estaban a cual mejor. Salsas auténticas, conseguidas, dónde se encontraba cada sabor que las componían. Después unas gambas grandes, diría que lo que en España llamamos carabineros, que quitaban el sentido. También un entrecot con setas, la carne algo seca por la forma en la que estaba hecha pero con una salsa sobresaliente.
Todo fue excelente. Tienen también una cuidada carta de vinos de la zona. En general, un buen exponente de la cocina siciliana, sin pretensiones más allá de que el comensal se lo pase bien.