Lugar agradable, enfrente del puerto de Reykjavik, con ambientación de antiguo almacén, cálido y acogedor. Servicio correcto, aunque con fallos. Pedimos un menú de aperitivos. Algunos platos muy sorprendentes, con otros que se quedan un poco atrás. Va de más a menos. Tubimos que preguntar si habíamos terminado porque, de repente, nadie nos atendía y nos parecía que un menú no podía acabar con algo que se parecía mucho a un churro de pescado. Pues sí, acababa ahí, aunque nadie nos lo comunicó. Si no vas con grandes expectativas, es un buen sitio para una cena sencillamente agradable.