El hotel es precioso y está rodeado de unos jardines y bosques totalmente idílicos. Estuvimos alojados en una habitación que se llamaba “el ingeniero” junto a lo que serian los establos. La habitación muy acogedora con un servicio de té que nos sirvió también de desayuno al día siguiente. El personal es muy amable y los salones en los que sirven el suntuoso té de por la tarde todo un placer de disfrutar. La casa impecablemente conservada, llena de antigüedades y con muchos detalles en todos los rincones. Puedes pasarte horas estando en el jardín y admirando los planteles de flores y frutales y los bosques. Hay turistas que solo van al hotel para poder dar un paseo por los jardines. El Spa tiene una preciosa piscina interior cuya pega es la temperatura del agua, en Agosto estas en el exterior a 17 grados y el agua de la piscina esta un pelín fría como para poder relajarse. El desayuno no lo probamos porque nos parecía carísimo gastarnos 50 euros solo en desayunar. Cenamos una noche en el restaurante que nos pareció caro para lo que nos sirvieron, como detalle comentaré que el postre que pedí eran quesos de la zona, y el corte de cada queso era como un papel de fumar. Cena para dos con dos platos y un postre para compartir (sin vino) más de 100 euros. La pega mas grande del hotel es que en nuestra habitacion el wifi y la cobertura de telefono eran inexistentes, lo que dificulta la estancia si quieres estar conectado o simplemente recibir o hacer llamadas.
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