A pesar de las buenas opiniones que se muestran en TripAdvisor, siempre te queda una pequeña duda de qué te vas a encontrar al entrar en un restaurante de este tipo.
El local, estuvimos en la terraza, es sencillo y muy muy agradable, decorado con bombillas bajo una pérgola de madera, y algunas plantas alrededor.
El servicio muy amable y siempre dispuestos a ayudar, lo que hizo que la velada fuera muy cómoda.
Ahora, entrando en materia, la comida fue una magnífica sorpresa; nos saltamos los "top ventas" y fuimos a por dos caprichos que se nos antojaron, los tagliatelle negros con sepia, y el atún ahumado con eneldo.
Como solo íbamos a comer los platos compartidos, primero pedimos los tallarines y después el atún, y tuvieron la amabilidad de separar la ración directamente en dos platos, algo que se agradece enormemente. Y por cierto, las raciones son muy generosas, así que cuando pagas, lo haces no sólo por la calidad del producto, que la tiene, sino por su cantidad también.
Los tagliatelle fueron alucinantes, negros y con sepia a la plancha, en su punto, sabrosos y acompañados por una sepia que nos supo a gloria. Supimos que habíamos acertado con el sitio nada más probar el primer bocado. De hecho, no entendimos que estos tagliatelle no fueran de los platos más vendidos.
En cuanto al atún, la presentación nos terminó de ganar, traían en cada plato una cúpula tapando el atún y que conservaba el ahumado de leña de roble, al levantarlo nos impregnó de olor el humo que se escapaba y ya con el olfato trabajando sin descanso probamos el atún, que estaba cocinado en su punto y que dejaba una sensación de sabores en el paladar que sólo pudimos disfrutar; y claro, tuvimos que recurrir al vino, fácil y fresco para redondear la cena.
En definitiva, un lugar que debería ser visita obligada si se pasa por la zona. Es muy difícil que alguien se decepcione. Nuestra enhorabuena a los dueños.