Fuimos mi pareja y yo y comimos un cocido bueno de verdad. Enhorabuena al restaurante. Ademas el restaurante es bonito, estilo rústico, y muy agradable.

Tortilla de patatas con patata de ayer. El pincho de tortilla era bastante grande.
El menú muy rico, pedimos sopa castellana y lomo alto de segundo y un acierto.
El pisto con demasiado aceite pero estaba rico.
Los postres caseros y muy ricos.

Fuimos el sábado con amigos, comida familiar 6 adultos y 5 niños, pedimos menú de fin de semana 5primeros y 5 segundos por menos de 17€/persona: patatas revolconas con torreznos buenísimas, revuelto de morcilla el mejor que he probado, cremoso y suave. La verdura a la plancha generosa y bien hecha, ensalada de salmón y langostinos buena, y bastantes langostinos,
Sopa de cocido. De segundos: entrecot de lomo una buena pieza, quizá un poco fino, pero suficiente, bacalao con tomate, estaba bueno, la única pega que le puedo poner es la salsa de tomate, parecía de bote, aunque en general el plato estaba muy rico y en cantidad suficiente.
Los postres caseros: tarta de manzana, tarta de queso las dos muy buenas, vino y refrescos. En general muy buena calidad y los platos muy ricos, volveremos seguro.
El ambiente bueno, y el servicio tambien. A destacar hay que decir, que llamamos la misma mañana y reservamos para comer a las 15:30 sin problema de mesa, no se si en otra ocasión tendremos la misma suerte. Después ruta para ver la silla de Felipe II, muy cerca.
Perfecto para un fin de semana.

Me sorprende ver opiniones de alguien que solo con una visita, opina "ex cátedra".
Llevo visitando este restaurante desde el año 1999 y excepto una vez, que el arroz estaba un poco duro (no me lo cobraron) el resto de veces he podido disfrutar de una comida excelente, acorde con el precio del menú.
Las viandas son frescas y de buena calidad, así como el trato del personal.
La comida está muy bien elaborada y con sabores caseros que me recuerdan las comidas de mi madre.
Resumiendo, para mi un excelente sitio para comer.

Estuvimos dos personas para comer. Optamos por el menú del día a 9,90, que nos pareció un buen precio. Llegamos temprano, sobre las 13:30 y nos dijeron que aún no se servían comidas y que estaba la paella por salir. Nos tomamos una consumición en la barra mientras esperábamos y nos pusieron de aperitivo unos mejillones de color marrón oscuro tirando a negro con un vinagre fermentado. Incomibles!. Una vez sentados en la mesa, pedimos paella, la cual para estar recien hecha estaba pasada y sabía a arroz cocido con colorante y con más mejillones negros sospechosos. De segundo pedi un filete a la plancha, cuya carne no tenía sabor y bastante seca. Mi acompañante pidió un gallo a la plancha, correcto sin más. Lo mejor de la comida el postre, la tarta casera de queso que si estaba rica. El restaurante estaba lleno, eso si, de personas del pueblo de bastante edad. Nos dió la impresión de estar comiendo en un menú de residencia.