El hotel se encuentra situado frente a la playa. En la zona norte, cerca del puente del río que divide la isla en 2 y a 15 minutos caminando de la plaza central.
Es un hotel exótico y con encanto. El hotel en sí son cabañas que están con vista a la playa, a excepción de 4 habitaciones que están en la casa tras las cabañas, pero también se ve algo la playa.
Las habitaciones son amplias, todas con baño privado. Muy limpias. Y las limpian a diario.
No cuentan con restaurante, pero cerca hay gran variedad de restaurantes. Se puede andar por el camino de la playa o bien agarrar un taxi por la calle principal que pasa cerca del hotel, en la parte de atrás, y que te cobra 5 dolares beliceños. El precio del taxi está fijado. 5 dolares beliceños por la zona del centro, si ya te quieres alejar sube el precio, todo es negociar con los taxistas.
Nosotros nos alojamos en la cabaña casita 4 noches. No cuentan con aire acondicionado pero sí con ventilador de techo y de pie, aunque por la noche refresca un poco y no hace falta encenderlo. Incluso alguna noche nos llovió y refresco el ambiente.
Las 2 últimas noches las pasamos en la cabaña grande terrace. Las características son similares a la otra cabaña, a excepción de que este es un apartamento muy amplio con cocina incluida. La estancia en la terraza se hace muy agradable.
La playa del hotel tiene acceso desde la arena o bien desde el muelle. El agua está buena y limpia, se puede hacer un pequeño snorkel alrededor del muelle. Hay una pradera de plantas fanerógamas en las que te puedes encontrar desde langostas, una poca variedad de peces de colores, y alguna morena.
Suyapa y Javier son los encargados de llevar el hotel. Ambos son encantadores y nos hicieron sentirnos muy a gusto. Muy atentos a todo lo que les consultábamos sobre la isla y dispuestos siempre a ayudarnos. Tanto fue así que entre ellos 2 y mi pareja organizaron nuestra boda, para sorpresa mía... jejeje!!
La ceremonia fue en el muelle del hotel. Una experiencia increíble e inolvidable.
Recomiendo este hotel a cualquier viajero/a, y sobre todo el calor humano de quienes lo llevan.