El edificio es precioso, una especie de convento de Santa Catalina en pequeño. Es una pena que las instalaciones sean tan poco confortables, las habitaciones y,sobre todo, los baños necesitarían una reforma total. El desayuno es francamente malo para los estandares de hoteles de parecida categoría.
Está bien ubicado, cerca de la plaza de armas y el convento de San Francisco.