No esperes lujos de este hotel (aunque todo está perfecto, bien cuidado y de buena calidad), espera algo más: calidez, cuidados, solidaridad, atención personalizada, amabilidad. Volvería mil veces. El primer día me sentí un poco sofocada y asustada por la altitud, y ellos me cuidaron de la manera más amorosa. Se me quitó el miedo porque me hicieron sentir en casa. Especialmente Jared, uno de los chicos que trabaja en el hotel durante el turno de la noche, fue sumamente amoroso y cuidadoso. El desayuno es como si fuera a almorzar a casa de mi abuela, todo bien hecho, con una mermelada hecha por ellos mismos. Siempre Aida te atiende personalmente con su buen café en las mañanas y su profesionalismo. Si tienes frío, meten un calefactor en la habitación y te preparan bolsas de agua caliente que meten dentro de tu cama. Es super limpio todo y perfectamente tenido. Está perfectamente ubicado al lado de tiendas, restaurantes, farmacias y mini market. La plaza principal queda apenas a dos cuadras. Buenísimo. Hicieron más bella nuestra experiencia en Cusco.