Vaya sentimientos encontrados. Sin duda es una visita interesante si se está en Urubamba, pero vaya, es un lugar que cómo despierta suspicacias.
Al visitar el taller, uno encontrará una vista profesional súper bien armada. Todo inicia con la proyección de un vídeo introductorio. Allí se habla sobre el fundador del taller.
La historia de la pareja de propietarios es interesante y está bien narrada en un vídeo introductorio pero creo que lo más interesante es en realidad la sala en sí misma: hay piezas prehispánicas auténticas en vitrinas. Al observarlas, es fácil comprender los diferentes estilos de cerámica que desarrollaron los pueblos del actual Perú y ser testigo del nivel de refinación al que llegaron... pero no hay que confundirse: eso no tiene naaada que ver con la producción del taller (aunque el vídeo jure que el estilo mes una fusión de esas tradiciones).
Después de la proyección, hay un recorrido interesante por todo el espacio: los talleres donde se amasa el barro, las mesas y maquinarias donde se moldea, los hornos y el espacio de pintura. Hay también un aula donde se dan clases exprés de unas cuantas horas un solo dia (obvio para turistas en busca de experiencias vivenciales con exotismo). Y finalmente el taller del artista propietario, dónde hay piezas súper interesantes. La verdad la visita es impecable y el espacio es lindísimo de conocer.
Al final, claro, exit through the gift shop, porque ha eso hemos venido todos: a comprar algo. Allí es donde pasa algo raro. La atención de los dependientes es correcta, pues no ejercen presión para comprar y permiten que uno explore en libertad.
Lo raro está justamente en las piezas. Hay una sensación en ellas de producción hipermasificada. Y hay una forma interesante de comprobarlo: en los laterales de los anaqueles donde se.exhiben las piezas, hay pegadas piezas pequeñas de producciones anteriores, en ellas se nota rápidamente un cambio de colores (los de las piezas anteriores son más naturales, menos brillantes, presumiblemente pigmentos más artesanales, contra los brillantes colores de las piezas que ahora venden, claramente pigmentos industriales súper estándar), pero también el acabado de las piezas es otro: se ve claramente que antes la aplicación de los pigmentos era más experimental. Ninguna pieza de la serie actual resulta del nivel de interés que esas producciones pasadas.
Esa calidad que tienen esas piezas anteriores ya no existe en la producción en venta que, la verdad, luce como artesanía en serie de la que tan fácilmente se pueden encontrar ejemplos en cualquier mercado de Latinoamérica.
Ahora bien, al lado de esas piezas irrelevantes hay algunas "obras del maestro", que sí son interesantes, que sí valdrían la pena, pero que ya después de ver todo lo anterior no sabe uno qué pensar.
Creo que el proyecto creció mucho y, cómo en tantos otros casos, perdió el alma y se quedó viviendo de la idea y la marca que creó.
Es un taller sin duda interesante. Ojalá retomen el camino de realizar producciones más memorables y que valga la pena llevar a casa. Se nota que alguna vez lo lograron. Qué pena que no encontré nada así para comprar en mi visita.