Desde la entrada con los jardines irreales y la perfecta atención. La casita nos esperó con trufas de chocolate. Llena de arte y los perfectos detalles como un libro con las aves que verás dentro del hotel. El baño es lo que verías en una revista de diseño, con la bañera y ducha española. Con todos los implementos. La cama y almohadas son un sueño. Amanecer con el sonido de los pajaritos y la vista a los andes. Las actividades como cuatrimotos y montar a caballo simplemente fueron mágicas. O solo relajarse en el jacuzzi y luego ir a comer a los dos restaurantes de sol y luna. Recomiendo los spaghettis con camarones. No puedo recomendar más este hotel. Más
- Estacionamiento gratis
- Piscina
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