Maravilloso lugar situado en medio de la selva boliviana. Buena atención de la recepción que cuentan con toda la amabilidad para ayudar. Nos alojamos en la cabaña Alaya, la cual es bellísima y se encuentra en la cima del sendero el cual te acompaña lleno de plátanos. El amanecer es único, la vista indescriptible, las aves volando y cantando con sus bellas colas y colores, ardillas y bellos insectos y mariposas. Hay muchos frutales y una belleza inigualable, el baño privado colinda con Alaya y la ducha está afuera, increíble es ducharse con esa magnitud de paisaje. Recomendable comer solo en el restaurant del hostal, es excelente y en Coroico no encontramos ese nivel de Comida.
Lo negativo, es que las sábanas estaban puestas mojadas teniendo que improvisar sábanas con frazadas ya que llegamos tarde y no queríamos bajar a la recepción. Mal olor en las almohadas humedad intensa.
En general una bella experiencia incluso con una pequeña ave que ingresaba a la cabaña. Ojo con el viaje a Coroico en minivan a veces corren mucho y se torna peligroso, los minibuses son más prudentes.