Lo primero increíble es que la terraza de la Chumbera es como un oasis tranquilo y fresco en medio del calor desértico de Almería. La comida espectacular, todo estaba buenísimo. Muchos platos son a la brasa y tienen ese sabor ahumado increíble, como los mejillones o la lubina que es la mejor que hemos comido nunca con ese saborcito a brasas. También el entrecot de Angus que estaba muy tierno. Y de postre una torrija casera de llorar. Sin palabras nos dejó el pan y el aceite de la zona. Muy buena carta de vinos y, como hay que ir en coche, si solo puedes tomar una copa, vinos por copas tienen pocos pero bien elegidos y con precios moderados, sin abusar. Los camareros muy amables.
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