Es un hostel que también tiene, como los hoteles, habitaciones dobles, con baño, muy modernas y limpias, pero minúsculas. Tienen cosas que yo nunca había visto, por ejemplo la taza del servicio dentro del espacio de la ducha. Un poco incómodo, pero te apañas.
Abunda la clientela joven y bulliciosa al igual que en Williamsburg, el barrio de Brooklyn en el que se ubica.
Lo mejor es el precio, lo nuevo que está y que está muy cerca de la estación de metro de Bedford, con lo que tienes una comunicación fácil con Manhattan.
Aunque en la publicidad se diga que hablan español, durante la semana en la que yo estuve, nadie de la recepción, gente joven y nada servicial, se dirigió a mí en este idioma.