Servicio saturado. Tres camareros para atender la terraza y el bar, aunque eran cinco en realidad, dos de ellos estaban detrás de la barra y uno de estos últimos, el que parecía que tenía más solera, resultó ser un auténtico maleducado y un chulo. Se negó a servir las consumiciones que pedimos en la barra tras 20 min de espera sentados dentro de la cafetería. Deberían de cuidar las personas que contratan para estar cara al público. Claramente, este señor no está preparado para eso. El trato que recibimos por su parte fue lamentable.