Pedimos unas bravas al centro, y yo personalmente me pedí un wrap de pollo que estaba buenísimo. La camarera era muy atenta. No hay problema de sitio en esta época del año.

Nos sentamos en la primera mesa que vimos libre y tras esperar 15 min a que nos atendieran decidimos levantarnos a buscar algún tipo de atención. Ni los buenos días nos dieron. Servicio pésimo, lamentable.

En cuanto a la comida pedimos la ensalada Caprese y nos gustó. También pedimos el Gua Bao de Pollo que era totalmente incomible por la cantidad de sal que llevaba. La joya de la corona se lo llevó el Wrap de Pollo con Curry, que tuvimos que reclamar que nos lo cambiaran, pues lo trajeron quemado (negro). Trajeron uno nuevo pero de sabor también era espantoso.

Conclusión, no pudimos comer nada y nos clavaron 56 euros por esa “comida” horrible. Obviamente ni nos atrevimos a pedir postre.

Ambiente inmejorable, música en vivo de altísima calidad, comida buena, pero el servicio no es el fuerte. La camarera que nos atendió parecía que nos hacía un favor en venir tomar nuestros pedidos. Tal vez por estar bastante lleno y concorrido, pero eso no justificaba. De resto, todo bien. Precios altos, bastante altos para el servicio que daban.

Llegamos al mostrador de la terraza y le pedimos una mesa para 4 personas, posteriormente le vinieron una mesa que los sentaron antes que nosotros. Nos dijo que la habían guardado, cuando llegaron después que nosotros. Y el colmo fue que a los 10 minutos llegó otros 3 a preguntarle y fue al interior del bar a buscar sillas y los acomodó en una mesa que no había ninguna silla. Es una vergüenza ver el trato discriminatorio a los residentes en detrimento con los extranjeros.

Un buen lugar en el puerto en el que comer. Hay menús infantiles que es solo un plato sin incluir ni bebida ni postre
Los postres caros