Pequeño hotel que desde la entrada te llama a la meditación y relajación, muy bien decorado y ambientado, las habitaciones son cómodas, bien aireadas y limpias con un estilo rústico propio de un hotel a la orilla del mar. No cuenta con restaurante pero puede comer en los locales cercanos al hotel o pedir tu comida por delivery (un poco más costoso por la distancia en Vichayito). No hay horarios para la piscina, puedes ir de frente al mar que está a unos pasos y relajarte con una lectura a orillas del mar. Lo que destaca son sus servicios de masajes, en mi caso que estaba gestando tiene masajes especiales que me súper relajaron y me sentí consentida... gracias Mirella!
Todo muy privado, limpio y ordenado... una estadía súper recomendada!Más
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