Nina, la hospitalera, t trata como si estuvieses en su casa. Agradable conversación. Las instalaciones bien, limpias, con un armario de uso particular junto a cada litera. El desaunø rico, zumo de naranja exprimido al momento, con dos tostaditas de dos panes diferentes q elabora ella misma, tuve la oportunidad de verlo. En las mesas se ven las postales q le envían todos sus huéspedes desde sus hogares en señal de agradecimiento. Muy tranquilo. Bien ubicado, en tres minutos ya estás en el paseo, lleno de bares. Y en un pasellø de 10 mins llegas a la playa. La oficina de Correos en la misma calle. Cuando vuelva al Fin de La Tierra sin duda me hospedaré akí de nuevo.