Lo único que destaca del hotel es el entorno, y la amabilidad de los trabajadores. Más allá de esto, el hotel tiene muchos fallos. Esta bastante viejo, la puerta de nuestra habitación costaba cerrarse, como si la madera estuviese hinchada. El salón comedor es muy amplio y hace mucho frío, de hecho no encienden la chimenea hasta que no abren el comedor, por lo que para la hora que ya se ha caldeado la sala tú ya has acabado de desayunar/comer/cenar. La cena fue muy mala, estando en Perú, que te sirvan puré de patatas de sobre como guarnición es imperdonable. La habitación no tiene televisión. Lo mejor de la estadía fue el pisco sour que nos preparó Antolio.