Bonito local situado frente al mar, con mesas amplias y espaciosas que están bastante separadas unas de otras.
Con respecto a la comida, en general todo excelente a excepción del brioche de calamares del que esperábamos algo más aunque no está nada mal. El wok de vieras con una salsa ligeramente picante buenísimo, las pizzas diferentes pero excelentes y sobre todo el bacalao con salsa de turrón y la lasaña hecha con láminas de pasta wanton, ambos platos espectaculares.
Los postres no desmerecieron y las presentaciones del Tiramisú (en una cafetera) y el Mouse de chocolate (una maceta) muy originales.
La atención y el precio muy competitivos ambos, restaurante muy recomendable.
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