Complejo hotelero enorme con una gran piscina delante del mar Muerto. Se entra por la 5ª planta a un vestíbulo y te entregan un plano de las instalaciones. Mi habitación está en la misma planta que el restaurante y la piscina.
La habitación 209 es muy grande y amueblada: un sofá, dos sillones y dos camas de matrimonio. Y lámpara sobre el escritorio, lo cual parece que ya va siendo una rareza. Al estar en la misma planta del restaurante, tiene un poco de ruido de la gente que pasa. Se podría haber puesto una puerta adicional en la habitación para aislar el dormitorio.
Sales de la habitación a un pasillo y en el siguiente pasillo hace calor porque está abierto al exterior, luego a otro pasillo climatizado. El sitio es enorme. Siempre empujando pesadas puertas que cuesta abrir a personas mayores o con discapacidad.
En el restaurante hay un bufé casi circular. Encuentro demasiados platos picantes. Los cartelitos con el nombre indican si llevan leche, carne, gluten... También deberían indicar si son picantes. Incluyen ensalada de lentejas. Me apetecía después de tantos días sin comerlas, pero apenas pude probarlas por el picante. Por lo demás, mucha variedad. Me encantaron los dulces y los panes. Faltaría algo de fruta preparada. En la mesa te ponen una botella de agua grande, que por supuesto no cobran.
El desayuno está bastante bien. Tarda demasiado la tortilla (o demasiada gente la pide), pero puedes encontrarla ya hecha y cortada en porciones en el bufé. Te sirven el té o café en la mesa. Una curiosidad: no tienen dátiles. No preguntar a los camareros que son mayoritariamente filipinos y no saben qué son.
El camino a la playita privada es un poco difícil porque no está bien indicado. Si llegas al ascensor, el resto es fácil. Abajo te dan una toalla, con la que puedes volver al hotel. Hay tumbonas y a algunas les da un poco de sombra. A la derecha hay dos recipientes llenos de un barro negro que parece cieno. Te lo untas y esperas a que se seque. Si te has bañado antes y el bañador está húmedo, te chorrea y el barro de las piernas no se seca. El agua del mar está como aceitosa por la alta concentración de sales. Notas que flotas cuando ves lo fácil que es tenderse y te asoman las piernas. Conviene llevar escarpines por el suelo pedregoso del mar, aunque el hotel ha puesto una especie de enlosado de plástico hasta el borde. El agua está acotada con boyas. El sitio, tanto agua como tumbonas parece pequeño, pero la verdad es que éramos pocos. Estuvimos alrededor de una hora. Luego fuimos a la piscina. Está dividida en zonas según profundidad y la más honda tampoco cubre.